martes, 13 de agosto de 2013

Hablamos de Moda, y todo NO vale

Loewe (Foto: Loewe.com)
Leyendo una entrada en Tela de Moda, de mi amiga y maestra Clara Guzmán, me he dado cuenta de lo muy de acuerdo que estoy con ella, y he pensado en escribir esto a ver si la unión hace la fuerza y alguien nos lee a estas dos periodistas de carrera de fondo, profesión, vocación y licenciatura en la Facultad de Periodismo. Fueron cinco años mínimo de estudios (más masters y demás añadidos) que, aunque haya quien los eche por tierra, sí sirven y mucho, y si no, busquen un poco por webs y blogs varios y comparen, aunque pueda estar mal decirlo. Pero esta es otra historia, vuelvo al tema.

Clara habla de esas grandes calles de ciudades como Barcelona o Marbella, sin olvidar a Madrid, plagadas de boutiques, tiendas patrias y firmas de postín para tarjetas oro y platino, esas millas de oro que cuajaron en estos lugares y que aún siguen atrayendo a marcas y creadores y que en Sevilla pincharon más que una pandilla de erizos (con excepciones como la española Loewe, con clientes fieles que se extienden por todo el planeta).

Esas calles están llenas de moda internacional y nacional, con grandes firmas como aquellas con las que se le hacía la boca agua a Julia Roberts en Pretty Woman y que volvían locas a Meryl Streep y Anne Hathaway -por diferentes motivos- en El Diablo viste de Prada, o que crearon Historia con mayúsculas con Audrey Hepburn... Ésas que hacen que los ricos, los de verdad, incluso se desplacen desde sus lugares de origen para ir de compras, como ocurre con Nueva York, París, Londres y Milán, entre otras.



Hace unas semanas me decía Elio Berhanyer que la Alta Costura siempre tendría éxito porque siempre hay gente rica, y al ratito era Modesto Lomba quien me aseguraba que no tendría futuro alguno en la situación actual, no por que haya o no haya crisis, sino porque la gente no se gasta el dinero y porque no hay ayudas para promoción en las administraciones y lograr que esto cambie, que mira los franceses lo bien que lo hicieron.

Todo eso podría haber funcionado en la milla de oro sevillana si se hubiera hecho caso a tantas voces silenciosas que reclaman ayuda desde hace bastante tiempo.

En lo que hay que gastar esfuerzos es en ayudar al empresariado, que es quien da trabajo al trabajador (aunque suene redundante), hay que apostar con gran fuerza y con todos los medios habidos y por haber por promocionar Sevilla, que atractivos tiene de sobra. Y conseguir que esos ricos de Elio acudan a Sevilla a comprar y que llegue turismo de nivel 'pudiente' de verdad, a ver si se consigue que los diseñadores de Sevilla no sigan dándose tortas por salir corriendo a intentar triunfar en Madrid, como unas Linas Morgan o Alfredos Landa de pro.

La moda es un gran negocio que mueve millones y millones, que cuenta también con más millones de adeptos y que da trabajo a un sinfín de personas que mantienen a sus correspondientes familias. Y eso hay que tenerlo en cuenta.

Pero lo primero para que eso ocurra es que la ciudad (la que engloba a todos) abra su mente, salga de ese ombligo de 'Sevilla es lo mejó der mundo' y se culturice, es decir, que aparte de estudiar, conozca otras culturas y costumbres igual de válidas que las nuestras.

Pero cuidado, no caigamos en el error del todo vale y nos volvamos más modernos de la cuenta, que parece que se empieza a caer en ese bache, a la vista de lo que se mueve por algunos saraos de moda de los cada vez más numerosos que brotan por la ciudad, que a veces podrían confundirse con un baile de máscaras.

Todo NO vale, NO todo el mundo entiende de moda, a todo el mundo NO le queda bien todo lo que se ponga, todo el mundo NO tiene veinte años para lucir piernas y larga melena, y SÍ, también son necesarios los diseñadores que saben vestir a las señoras que van cumpliendo años, igual de necesarios que esas mismas señoras tan elegantes y que van llegando a cierta edad y siguen sabiendo estar a la moda.

En realidad se reduce a tres conceptos: saber estar, ser elegante y tener educación y estilo. Y si además el bolsillo lo permite, estar 'viajada'. ¿Un ejemplo? Sarah Jessica Parker en la gala MET 2013. Perfecta. También se lo pareció a los responsables de VOGUE que le dieron su portada.